yo infante, desnudo y libre @ Mayaguez, Puerto Rico
Soy Ángel Luis, pero la gran mayoría de los que me conocen me llaman Boni (apodo que me puso mi hermana de la vida en un momento dado de nuestra juventud). Nací como nacen la mayoría de los seres humanos, con los dolores de parto de mi madre llegue a este mundo sin haberlo pedido, ni escogido. En algún lugar del mundo lo tenia que hacer, convirtiéndose este hecho en mi primera experiencia de viajes, atraves del utero de mi madre, donde no tuve que comprar un boleto para llegar hasta aquí. La vida pudo haberme escogido otro lugar donde nacer, quizás en el pacifico, o en un continente, o en una tribu o hasta en la realeza. Pero no, no fue así, nací aquí en el caribe americano, en el seno de una familia del campo, humilde, trabajadora y muy hospitalaria.
Me crié con mis abuelos, ya que mis padres eran trabajadores proletariados, como la mayoría y estaban muy ocupados. En esta tierra de tradiciones muy criollas, era de costumbre que los abuelos se hicieran a cargo de cuidar a sus nietos mientras los padres trabajaban. Mi abuela materna fue mi primera maestra ya que me enseño todo lo poco que sabia, pero fue suficiente para aprender a empezar a vivir. De mi abuela paterna también recibí mucho cariño. Ambas me contaban de su vida cuando niña. Que dura fue la vida para muchas personas y familias en esta isla.
Cuando comencé en mi etapa escolar, me agradaba la idea de conocer nuevas personas y compartir con ellos, no tanto en el salón de clases, sino en el patio a la hora del recreo donde nunca estaba solo, siempre rodeado de mis primos y amigos jugando canicas, gallitos, barajas, de esconder, chico paralizado, tirando piedras, mojándome en la lluvia, subiéndome a los arboles, volando chiringas, comiendo mangos y jobos, corriendo las cabras, las gallinas, los patos, con mis perros, en fin, era pura inocencia. Fue, a pesar de todo, una de las mejores etapas de mi vida.
Aunque actualmente no ha cambiado mucho la idea, la mayoría de los niños de mi época soñaban con ir al maravilloso mundo magico de Disney. Ese lugar era el paraíso de todo niño para divertirse, montarse en machinas de gran velocidad, ver al ratón y sacarse muchas fotos con el. Pero no se si era por el miedo, la rutina o la situación económica apretada de mis padres, que era imposible aspirar ir o pedir de regalo de verano un viaje allá al otro lado del charco y mucho menos para ir a ver “un ratón”.
Lo que pienso ahora que ya soy un adulto, es que creo que Disney nunca me llamo realmente la atención. Ya que por muchas situaciones personales y familiares, tuve que madurar y crecer aceleradamente para poder enfrentar la vida. Para mi existía un mundo mas maravilloso y mágico que el de Disney, el mundo real. Como quiera a los 22 años me fui por tres semanas a Walt Disney World y me lo disfrute al máximo. Ya calme eso que de niño venia arrastrando y de ahí en adelante me esperaba un mundo mas real.
Siempre fui un estudiante muy aplicado, con buenas notas aunque siempre hacia todo lo que me diera la gana. Una vez aceptado en la mejor universidad publica de la isla, la Universidad de Puerto Rico – Recinto Universitario de Mayaguez, mi querido y eterno COLEGIO, mi vida cambio dramáticamente. Comencé a estudiar mi grado de bachillerato porque era lo mas recomendado hacer una vez terminaras la escuela superior y con un buen promedio.
No estaba muy seguro que quería estudiar, porque no todas las personas saben que quieren estudiar. Pero aplique y me aceptaron en una facultad aunque termine graduado de otra, como le sucede a la mayoría de los estudiantes universitarios. Pero la experiencia fue tan buena, que no hubiera querido nunca haberme graduado. La mayoría de mis mejores y buenas amistades que hoy día aun conservo y estoy en contacto con ellos, las conocí durante mi vida universitaria.
(muchos detalles de este escrito me los reservo ya que no son de interés público)